*
Reacción de ansiedad, e incluso angustia, durante el conflicto y
tras la separación de los padres. Suelen sentir miedo.
*
Lloran a menudo y esto les tranquiliza. Hay que acompañarles en ese
momento, y favorecer esa expresión del dolor que sienten.
*
Insisten una y otra vez en el deseo de que los padres vuelvan a estar
juntos. Hasta que no aceptan que esto no es posible, se muestran muy
tristes e infelices. Acabarán aceptando que esto no es más que una
fantasía.
*
Algunos se acuerdan del otro progenitor, cuando el que está con
ellos les regaña; y desean tanto estar con el otro, que incluso
pueden llegar a pensar en escaparse de casa. Llegan a idealizar más
al otro progenitor, al ausente, pues sólo recuerda los buenos ratos
pasados con éste.
*
Probablemente, aparezcan trastornos en el sueño y en la alimentación
*
Cuanto más pequeño es el niño, dispone de menos mecanismos para
elaborar lo que está pasando. En consecuencia, suelen aparecer
manifestaciones de ello a través del cuerpo: molestias abdominales,
vómitos,
dolores de cabeza,
*
Cuando el niño es algo mayor puede sentirse la causa de dicha
separación y, por tanto, sentir gran culpabilidad.
Suelen aparecer depresiones con fases más agresivas, repercusiones
en el rendimiento escolar, regresiones a edades anteriores (vuelven a
surgir comportamientos anteriores, de más pequeños).
*
En niños ya
más mayores, suele desarrollarse una hipermadurez en parte positiva,
pero a la vez peligrosa que pretende sustituir al progenitor ausente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario